En el lugar correcto, a la hora adecuada

Simon Norfolk

En 1933 Henri Cartier-Bresson atrapo un instante, un momento decisivo, actualmente es el concepto más conocido del mundo de la fotografía. Ese mismo año en Alemania, el partido nacionalista de Hitler disfrutaba de su momento de gloria, en menos de 6 años ambos momentos se verían la cara en los campos de batalla de la vieja Europa, el resultado sería una colección de inolvidables imágenes de la guerra que obtendrían los periodistas gráficos legendarios como Robert Capa. El periodismo gráfico nació en medio del caos de una guerra moderna, cuando por fin ceso el caos se planteó una pregunta, ¿había sido capaz la fotografía de explicar la razón de tanta sangre y sufrimiento?

parisino saltando un charco bresson

Henri Cartier- Bresson, el padrino del periodismo gráfico, desde los años 30 buscó momentos interesantes, de acción fugaz, y encontró su medio perfecto de expresión y su auténtico significado a través del contenido y la composición de la fotografía. Simpatizaba con el surrealismo pero siempre dijo que era pintor, a pesar de que sus momentos decisivos transformaron el rostro de la fotografía. Era un gran cazador de momentos, se le daba bien acechar y fotografiar a su presa. Un momento decisivo parece casual,  pero está cargado de significado. Era un surrealista, se movía en esos círculos  y el surrealismo considera que existe una realidad superior más allá de las apariencias y que a veces se presenta ante nosotros, pero hay que esperar a que este suceda. Cuando hay acción en un espacio físico hay que saber elegir los grandes momentos, cuando la acción alcanza el clímax es el momento decisivo.  Bresson era capaz de captar esos momentos gracias a lo mucho que avanzaron las cámaras, la cámara Leica apareció en Alemania en 1925, era compacta, silenciosa y llevaba las lentes más modernas, generó un nuevo estilo de fotografía instantánea.

La cámara Leica era también el instrumento de trabajo del periodista gráfico húngaro, Robert Capa, quien se hizo famoso por capturar innumerables momentos decisivos. Consiguió que se consideraran a los fotógrafos de guerra hombres heroicos y carismáticos, trabajaba para la revista “Life” y afirmaba que la primera regla del periodismo gráfico es acercarse, y la segunda es acercarse más. Se ganó la reputación de mejor fotógrafo de guerra del mundo y fue el primero en convertirse en una celebridad. Capa se ceñía a capturar la realidad, la gente se cree sus fotos. Su fama llego a ser tal que podía elegir en que batallas estar presente y salir de una guerra cuando quería. robert capa Tony Vaccaro también fotografió la Segunda Guerra Mundial, pero en circunstancias menos glamurosas, las hacia día tras día, ya que era soldado fotógrafo.  El soldado fotógrafo tenía que documentar los acontecimientos con el equipo estándar del ejército, la cámara Speed Graphic. Vaccaro tenía que usar algo mejor que esa engorrosa cámara, así que se fue a la guerra con la cámara Argus C3.El día D”  es una de las operaciones militares más grandes de la historia, Robert Capa fue el único fotógrafo gráfico que se adentró con la primera oleada de tropas en la playa de Omaha y captó un momento en el que se estaba haciendo historia, las imágenes más famosas de toda la guerra explican perfectamente la importancia de estar en el lugar correcto a la hora adecuada con una cámara, así como la experiencia de luchar por tu país y por tu vida. el dia d robert capa Tony Vaccaro no contaba con el apoyo de ninguna lujosa revista, así que decidió revelar sus fotos personalmente, encontró las ruinas de un estudio de fotografía y los productos químicos, ya en la trinchera con la ayuda de los cascos reveló las fotos. El censor del ejercito destruyo los 10 carretes que revelo, eran momentos decisivo que el mundo aún no estaba preparado para aceptar. ¿Qué había hecho realmente la fotografía para ayudarnos a comprender  lo que había pasado en la 2ª Guerra Mundial? Había captado momentos muy importantes, muchos de ellos íntimos y personales, parecía que el efecto había sido positivo y las causas negativas. Sugería que la historia es mucho más que lo que ojo ve. Es imposible retratar la verdadera dimensión de lo que estás viendo. Pero la fotografía ya ha demostrado que había una alternativa a estar en el lugar correcto a la hora adecuada, “el valle de la sombra de la muerte”, retrataba las bolas de cañón. La historia de la fotografía está sembrada de imágenes que se hicieron mucho después de que sucediera el acontecimiento que representa, pero que aún lo expresa con elocuencia. el valle de la sombra de la muerte En los días que siguieron al fin de la 2º Guerra Mundial, la función de fotografía quedo clara, conseguir pruebas históricas innegables de las atrocidades que habían cometido los nazis, se documentaron crímenes de magnitudes inimaginables. Después de la guerra la difícil relación que unía fotografía y verdad histórica se hizo evidente, incluso en una situación claramente terrible como el holocausto. Henryk Ross era fotógrafo judío y consiguió un testimonio fotográfico único de lo que había pasado realmente, era el fotógrafo oficial de un gueto nazi, del aparato de propaganda, hacia fotos para el carnet de identidad y colaboraba con el departamento de gráficos encargado de publicitar los productos que se hacían en el gueto. Antes de la guerra era periodista gráfico, se daba cuenta que las condiciones de vida de los judíos empeoraban progresivamente y decidió documentarlo. Ross intentaba utilizar su cámara para captar los momentos más importantes, llegando a jugarse la vida para retratar las atrocidades cometidas contra los judíos. En 1961, algunas de sus fotografías sirvieron para condenar a la orca al criminal de guerra Adolf Eichmann. Ross también fotografió la vida diaria del gueto, una élite judía que no pasaba hambre e imágenes que muestran algunas verdades incomodas sobre el sistema de organización del gueto. gueto judio En Japón el legado fotográfico que dejo la 2ª Guerra Mundial fue a un menos claro y decisivo que en el victorioso occidente, el impacto físico que había tenido la guerra en el pacifico era tan diferente, que el simple hecho de transmitir los horrores que se habían vivido era difícil. No quedo nada en pie, por eso era difícil sacar fotografías representativas de aquello. El ejército de estados unidos si conserva gran cantidad de documentación gráfica sobre el resultado que causaron las bombas atómicas lanzadas sobre Japón, pero a diferencias de las fotografías que retratan el holocausto, estas ignoran completamente toda evidencia de sufrimiento humano. Les interesaban los daños materiales porque su labor consistía en medir los efectos de la bomba, sin embargo los estadounidenses quisieron dejar constancia de las victimas humanas. Los fotógrafos japoneses empezaron a sacar fotografías pocas horas después de las explosiones, pero los soldados estadounidenses les confiscaban los carretes y los destruían mientras duro la ocupación. La fotografía hizo una declaración pública en defensa de la humanidad 3 años después de Hiroshima, “la familia del hombre” una exposición fotográfica que se inauguró en Nueva York en 1955, se componía de más de 500 imágenes de 273 fotógrafos tanto profesionales como aficionados. Se prepararon 5 versiones distintas que dieron la vuelta al mundo,  se convirtió en la exposición fotografía más famosa de todos los tiempos, fue el momento de gloria de la fotografía. En la exposición se eliminan las realidades sociales, aunque toda las fotos surgen de esas realidades sociales, las imágenes se unieron para conseguir una especie de poema de tono ligeramente abstracto sobre la esencia del ser humano: todos vivismo, todos morimos, todos lloramos, todos reímos…, la exposición evita las realidades histórica, política, económica e ideológica que nos afectan a todos y  que evita que seamos “la familia del hombre”. La exposición suprime la visión individual del fotógrafo, se tiene la sensación de que todos los fotógrafos sentían lo mismo, y no era cierto.la familia del hombre En 1947 cuatro grandes periodistas gráficos: Robert Capa, Henri Cartier-Bresson, George Rodger y David Seymour crearon la agencia “Magnum”. Constituida como cooperativa, la agencia declaro que sus fotógrafos conservarían sus negativos y los derechos de autor de sus fotografías.

William Eugene Smith se unió a la agencia, y poco después estuvo a punto de llevar a la recién nacida “Magnum” a la bancarrota, pero antes de eso se convirtió en el fotógrafo estrella de la revista “Life”. Smith quería fotografía la guerra tal y como era, hizo fotografías incluso más críticas que las de Robert Capa, y siempre que podía evitaba que la revista “Life” retocará sus fotografías. Smith se convirtió en el mejor periodista gráfico de EE.UU., pero su creciente obsesión por conseguir la noticia le causo muchos problemas a “Life”,  en 1955 se marchó de “Life” y se unió a “Magnun”. Fue a Pittsburgh para hacer su primer trabajo como fotógrafo independiente, paso 3 años en los que intento describir, comprender y mejorar el mundo que le rodeaba sacando 21.000 instantáneas.  Smith estaba convencido de que al terminar su proyecto la gente cambiaría su comportamiento, que esas imágenes iban a transformar la cultura. Smith tomaba anfetaminas constantemente para no dormirse y poder trabajar más, era adicto a su trabajo, pero empezó a gastar los escasos fondo de “Magnum”, que estaba cada vez más cerca de la bancarrota. Smith eligió 2000 fotos de las 7000 que tan concienzudamente había realizado, pero por desgracia su obra no se vendió, el mundo que quería cambiar no llego a ver su obra. El proyecto de Pittsburgh sugería que los momentos decisivos no bastaban para mostrar cómo se vivió la posguerra en EE.UU., para los fotógrafos japoneses era aún más difícil desentrañar el legado del pasado y la complejidad política del presente. Estados Unidos siguió utilizando el pacífico para hacer pruebas nucleares hasta principios de los 50, y una vez más,  japoneses inocentes habían sufrido las consecuencias. A principios de los 60, surgió en Japón un movimiento antinuclear cada vez más fuerte, y los fotógrafos regresaron a Hiroshima y Nagasaki por primera vez desde 1945. Shomei Tomatsu se convierte en uno de los mejores fotógrafos japoneses, saco muchas de las fotografías icónicas que hoy en día asociamos con aquel desastre. Tomatsu no solo retrato a aquellos que habían sufrido los terribles efectos físicos y psicológicos de la explosión, sino también otro tipo de cicatrices: estatuas cristianas hechas añicos, estatuas negras carbonizadas… Los objetos más sencillos eran impactantes, la idea es que el mundo de objetos normales que tanto apreciamos, un mundo de objetos normales de la vida diaria, ya no existía. fotografia de Shomei Tomatsu Las imágenes de Tomatsu ponen en duda la necesidad de estar presente en la batalla, toda una provocación para los fotógrafos de guerra. Los fotógrafos son importantes de otra manera ahora, por naturaleza este medio nos da una visión más reflexiva de las cosas. En general, los fotógrafos llegan a los sitios después de que hayan pasado las cosas, si queremos ver algo en directo están los reporteros de televisión, después llegan los fotógrafos que con su trabajo hacen una especie de análisis. ¿Qué pasa cuando las operaciones militares son invisibles?, ¿dónde se preparan los conflictos modernos?  Es un reto para el fotógrafo Simon Norfolk, cataloga como interesante el hecho de no poder ver nada. Norfolk se caracterizaba por utilizar cámara de placas y de tener el paisaje como tema principal en sus obras. Fotografía aquellos espacios vacíos que quedaban después de alguna catástrofe. Además de que encuentra belleza en aquellos lugares desolados. fotografia de Simon Norfolk Joel Meyerowitz se pasó 8 meses sacando fotografías con una cámara de gran formato tras lo sucedido el 11-S, hizo las fotos en color porque hacerlas en blanco y negro habría equivalido a perpetuar la tragedia. Joel Meyerowitz decía: “si no hay fotografía, no hay historia”.

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